Los dos
rayan queso; la
alacena está repleta
y abierta de par en par.
Las papas
se mueven en la sartén
como si el
aceite,
alevoso,
las agitara.
Chirría una
puerta próxima al baldío
de la
esquina donde los demás preparan las mesas:
tablones de
madera sobre caballetes de acero.
Pero tus
canciones podrían ser pegadizas, dice
Pache y al
moverse
se traba el
pie con el trapo enredado,
en la bolsa
de arpillera
toda tirada
en el piso.
Ella,
chasquea los dedos
y dice
si, y también verdaderas.
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